domingo, 6 de septiembre de 2015

LA AFICION NATURAL AL LUJO -Henri Baudrillart - Economía de la Cultura

Por Claudia Costaguta



“No tengo ninguna inclinación particular por el lujo. Simplemente la de pensarlo”. Gilles Lipovestky



Henri Baudrillart expone en su “Historia del Lujo” que el hombre manifiesta una afición natural por el lujo que es exteriorizada a través de su “amor” por los adornos personales o de sus entornos, manifestado desde la antigüedad. Pero ¿cuál es la naturaleza de esa afición?



Para este autor el orgullo o sus “matices”: amor propio y vanidad son los principios sobre los cuales se construye el lujo.

Los hombres desean distinguirse dentro de sus grupos sociales, por todos los medios posibles: su inteligencia, su origen de nacimiento, su poder, su riqueza…

En el caso de la riqueza en particular, destaca una frase de La Bruyère (escritor y moralista francés) (http://www.academie-francaise.fr/les-immortels/jean-de-la-bruyere):

“…Hacer fortuna es una frase de uso universal. Se la conoce en todas las lenguas, reina tanto en la corte como en el pueblo; ha perforado los muros de los claustros de las abadías; no hay lugares sagrados donde no penetre; punto del desierto o de la soledad donde sea desconocida…”

Baudrillart observa que: Entre todas “las superioridades”, la riqueza es la más apreciada, la más visible y la más difícil de desafiar. Ninguna otra se traduce de una manera tan brillante por ciertos signos, que no son otros que el lujo mismo.

El hombre rico quiere evidenciar su riqueza y aún aumentarla. De modo similar el pobre querrá parecer que no lo es tanto, y esto no es imposible porque aunque la “riqueza no se presta” sus signos pueden ser imitados.

Este tipo de vanidad, no cesa en la búsqueda de un bien muy apreciado por los hombres, la opinión del otro.

El consumidor busca adquirir objetos raros y difíciles de alcanzar, entre otras razones, porque su exhibición causará un impacto en los demás.


Estas ideas has sido desarrolladas con posterioridad por otros autores: T. Veblen; G. Tarde; P. Bordieu; G. Simmel y contemporáneamente por J. Baudrillard; G. Lipovestky; Y. Michaud.

La Imitación; la Distinción; la pertenencia a un grupo social que establece ciertas pautas de consumo; han pasado a incluir también conductas más individuales: la apreciación de la estética; el deseo de poseer cosas bellas; o de vivir experiencias diferentes por el placer que causa a cada persona.

Estos comportamientos, junto a factores económicos; culturales; demográficos, entre otros, han conllevado paulatinamenten a la expansión de los mercados de productos con mayor nivel de sofisticación, cada vez más accesibles a más individuos, desde la ropa al turismo; o desde las emociones derivadas de asistir a un concierto o visitar un museo.

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