miércoles, 2 de enero de 2019

Innovación. No dejemos para mañana lo que debimos haber hecho ayer



Nota publicada en el 
"Diario del Alto Aragón"
Miércoles 12 de diciembre de 2018




Los procesos de innovación evidencian, entre otras, tres características que toda empresa debería tener en consideración. (1) La velocidad del cambio crece continuamente. (2) Existen múltiples métodos para innovar, se desarrollan nuevos procesos y aparecen nuevos agentes para implementarlos. (3) La innovación conlleva el proceso dinámico de la “Destrucción Creadora”.
(1)   La velocidad de la innovación se acelera y cada vez en más mercados los cambios presentan una dinámica exponencial. Sectores como el de la Inteligencia artificial o de la impresión 3D, siguen también las proyecciones de la Ley de Moore. Para comprobar este suceso baste un simple ejercicio, recordar la forma de comunicación que utilizaban nuestros abuelos, luego nuestros padres, en comparación con la utilizada por nuestra generación. El teléfono móvil actual supera varias veces la capacidad de procesamiento que tenían todos los ordenadores de la NASA en la época de la nave Apolo XI. El cambio no sólo vino para quedarse, sino que cada vez su ritmo es mayor. Ahora bien, ¿qué motiva esta dinámica innovadora? En el campo de las empresas, quien impulsa las innovaciones es la posibilidad de ampliar su participación en el mercado junto al incremento de la tasa de beneficio por unidad vendida. Como ejemplos, esto sucedió cuando Henry Ford introdujo la revolucionaria forma de producción en cadena -innovación de proceso-, o cuando Steve Jobs presentó el iPhone - innovación de producto-.
(2)   La innovación no sólo varía en términos cuantitativos registrando una velocidad cada vez mayor, sino también en forma cualitativa, “al cambiar las formas de cambiar”. En un inicio los procesos de innovación eran de tipo lineal siguiendo la secuencia: Investigación, Desarrollo e innovación. El modelo I + D + i, comenzaba con los descubrimientos científicos derivados de la Investigación básica y aplicada. A partir de ellos se implementaban nuevos desarrollos técnicos que las organizaciones transformarían en innovaciones de procesos y/o de productos. Este mecanismo es útil para los desarrollos en industrias como la farmacéutica y armamentística; sin embargo en sectores como la industria alimenticia, o de la indumentaria y el calzado han surgido nuevas alternativas. Los actuales procesos de innovación proponen la interacción de las empresas con los centros de investigación y las universidades, con sus proveedores y en especial con los consumidores, para lograr los mejores resultados. Los potenciales clientes se incorporan en todas las fases del desarrollo del nuevo producto, al requerir su participación desde la definición de la idea original, hasta en los detalles del diseño final. Pero si la empresa pertenece al sector de la economía digital o su producto es potencialmente desmaterializable, resultarán más idóneos los recientes métodos de Exponential Organizations.
(3)   Finalmente la tercera característica de la innovación es la generación de las dinámicas de “Destrucción Creadora”. Empresas como Kodak o Blockbuster ejemplifican los procesos de destrucción. Por otra parte, el correo electrónico sustituyó al fax, como éste último había desplazado al télex. Se debe tener más cuidado de los potenciales sustitutos que de los actuales competidores. Estos últimos están identificados y son reconocibles para las empresas, en tanto que los sustitutos pueden surgir en forma inesperada.
Los consumidores adoptan las novedades como consecuencia de las ventajas relativas adjudicadas, frente a los procesos o productos existentes en el mercado. De esta forma el resultado de las innovaciones para la sociedad será positivo arribando a una situación final mejor que la de inicio; si bien en el proceso habrá ganadores y perdedores. El padre de la economía de la innovación, J.A. Schumpeter fue quien difundió los principios de la “Destrucción Creadora” afirmando que: “El mismo proceso de mutación industrial  revoluciona incesantemente la estructura económica desde dentro, destruyendo ininterrumpidamente lo antiguo y creando continuamente elementos nuevos. Este proceso de destrucción creadora constituye el dato de hecho esencial del capitalismo. En ella consiste en definitiva el capitalismo y toda empresa capitalista tiene que amoldarse a ella para vivir”.
Las organizaciones enfrentan escenarios de cambio continuo y, en muchos sectores, de orden exponencial, debiendo seleccionar claramente la estrategia a seguir y el método de innovación más adecuado a sus características. Dentro de este recorrido en un extremo se presenta la posibilidad de alcanzar el éxito incrementando el valor de la organización; y en el extremo opuesto la posibilidad de no actuar poniendo en peligro la supervivencia de la empresa, como ya lo anticipara Schumpeter hace más de 75 años.





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