Nota publicada en el
"Diario del Alto Aragón"
Miércoles 12 de diciembre de 2018
Los procesos de innovación evidencian,
entre otras, tres características que toda empresa debería tener en
consideración. (1) La velocidad del cambio crece continuamente. (2) Existen múltiples métodos
para innovar, se desarrollan nuevos procesos y aparecen nuevos agentes para implementarlos.
(3) La innovación conlleva el proceso dinámico de la “Destrucción Creadora”.
(1) La velocidad de la innovación se
acelera y cada vez en más mercados los cambios presentan una dinámica
exponencial. Sectores como el de la Inteligencia artificial o de la impresión
3D, siguen también las proyecciones de la Ley de Moore. Para comprobar este
suceso baste un simple ejercicio, recordar la forma de comunicación que
utilizaban nuestros abuelos, luego nuestros padres, en comparación con la utilizada
por nuestra generación. El teléfono móvil actual supera varias veces la capacidad
de procesamiento que tenían todos los ordenadores de la NASA en la época de la
nave Apolo XI. El cambio no sólo vino para quedarse, sino que cada vez su ritmo es
mayor. Ahora bien, ¿qué motiva esta dinámica innovadora? En el campo de
las empresas, quien impulsa las innovaciones es la posibilidad de ampliar su participación
en el mercado junto al incremento de la tasa de beneficio por unidad vendida.
Como ejemplos, esto sucedió cuando Henry Ford introdujo la revolucionaria forma
de producción en cadena -innovación de proceso-, o cuando Steve Jobs presentó el
iPhone - innovación de producto-.
(2) La innovación no sólo varía en
términos cuantitativos registrando una velocidad cada vez mayor, sino también
en forma cualitativa, “al cambiar las formas de cambiar”.
En un inicio los procesos de innovación eran de tipo lineal siguiendo la
secuencia: Investigación, Desarrollo e innovación. El modelo I + D + i, comenzaba
con los descubrimientos científicos derivados de la Investigación básica y
aplicada. A partir de ellos se implementaban nuevos desarrollos técnicos que
las organizaciones transformarían en innovaciones de procesos y/o de productos.
Este mecanismo es útil para los desarrollos en industrias como la farmacéutica
y armamentística; sin embargo en sectores como la industria alimenticia, o de
la indumentaria y el calzado han surgido nuevas alternativas. Los actuales
procesos de innovación proponen la interacción de las empresas con los centros
de investigación y las universidades, con sus proveedores y en especial con los
consumidores, para lograr los mejores resultados. Los potenciales
clientes se incorporan en todas las fases del desarrollo del nuevo producto, al
requerir su participación desde la definición de la idea original, hasta en los
detalles del diseño final. Pero si la empresa pertenece al sector de la
economía digital o su producto es potencialmente desmaterializable, resultarán más
idóneos los recientes métodos de Exponential Organizations.
(3)
Finalmente
la tercera característica de la innovación es la generación de las dinámicas de
“Destrucción Creadora”. Empresas como Kodak o Blockbuster ejemplifican los
procesos de destrucción. Por otra parte, el correo electrónico sustituyó al
fax, como éste último había desplazado al télex. Se debe tener más cuidado de los
potenciales sustitutos que de los actuales competidores. Estos últimos están
identificados y son reconocibles para las empresas, en tanto que los sustitutos
pueden surgir en forma inesperada.
Los consumidores adoptan las novedades
como consecuencia de las ventajas relativas adjudicadas, frente a los procesos
o productos existentes en el mercado. De esta forma el resultado de las innovaciones para la
sociedad será positivo arribando a una situación final mejor que la de inicio;
si bien en el proceso habrá ganadores y perdedores. El padre de la
economía de la innovación, J.A. Schumpeter fue quien difundió los principios de
la “Destrucción Creadora” afirmando que: “El mismo proceso de mutación
industrial revoluciona incesantemente la
estructura económica desde dentro, destruyendo ininterrumpidamente lo antiguo y
creando continuamente elementos nuevos. Este proceso de destrucción creadora constituye el dato de hecho esencial
del capitalismo. En ella consiste en definitiva el capitalismo y toda empresa
capitalista tiene que amoldarse a ella para vivir”.
Las organizaciones enfrentan escenarios de
cambio continuo y, en muchos sectores, de orden exponencial, debiendo seleccionar
claramente la estrategia a seguir y el método de innovación más adecuado a sus características.
Dentro de este recorrido en un
extremo se presenta la posibilidad de alcanzar el éxito incrementando el valor
de la organización; y en el extremo opuesto la posibilidad de no actuar poniendo
en peligro la supervivencia de la empresa, como ya lo anticipara Schumpeter hace
más de 75 años.
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